viernes, 6 de noviembre de 2009

Decían de ella que era frágil y sencilla. Con ojos grandes y llamativos. Que tenía un aura especial y unas ganas locas de vivir.

Aquella mañana de eterno invierno destrozó su propio yo y volcó su nueva vida en él.
En él y su desgarradora sonrisa.

Podía ver la nieve caer, los tiernos copitos vestir a su triste Madrid.
Pero ella se sentía cálida, y por primera vez especial.

Rompía en carcajadas casi eternas cada vez que destrozada un poco más su interior.
No quedaban recuerdos de si misma, tan sólo de los dos, juntos, felices.

Quería sentirse libre. Ella era la única que sabía como dañarse y lo hacía casia diario.
Ya sólo le quedaba él. Él y su recuerdo.

Tomó dos caricias, un abrazo y con lo puesto se marchó.

Dicen que la vieron marchar tarareando una vieja canción, con un vestido rosa pastel, unos zapatos de cristal, y una enorme bufanda a tonos azulados.
Con ella una maleta llena de sueños. Una guitarra y sus ojos violetas.

Blanca la cuidad y cromatismos en su corazón.

En bicicleta calle abajo, llegó a casa, a la de él.
Sabía que poco podía hacer ya por salvar su corazón pero ese día estaba llena de magia, de tristes ilusiones.
Sabía que el nunca la perdonaría, que no volvería a mirarla con sus ojos verdes como lo hacia antes, de la manera en la que la hacia antes.

Pero a veces tenía corazonadas.
A veces le quería más que a su propia vida.
A medida que se acercaba los pasos al igual que los latidos se iban acelerando, y con sumo cuidado sonreía, lo suficiente para llenar su rostro de luz pero no lo demasiado como para enamorarle, había olvidado como hacerlo.
A veces sabía que solos, intentaban disimular que podían volar si cruzaban miradas por casualidad.


Ella y su inconciencia, ella y su inocencia…


Ella y su amor, ella y sus mentiras, ella y sus falsas ilusiones.
Ella y su falso héroe, de falsos cuentos, de falsas historias de amor.
Historias que no encuentran final.


Ella dejó bajo su puerta una nota: “Si sales a volar, llámame…”


Y huyó con su amor, y huyó con sus sentimientos llevados a extremos que nunca pudo imaginar,
Pues entonces no le quería como antes, no le amaba como ahora.
Entonces se perdió para los próximos cien años.
Sus manos añorantes de su piel, lloraban en silencio.

“Recuerda llámame”

1 comentario:

Aby Caleidosferica dijo...

En él y su desgarradora sonrisa
*-*
me mato esa frase...


Me encantaaaa
te adoro por escribir estas cosas tan bonitas =)

y lo de llamame si sales a volar es precioso tambien
todo es precioso!!